Existe una energía Universal que está presente en cada uno de los seres vivos, esta energía es la encargada de mantener mis funciones fisiológicas en pleno funcionamiento. Paracelso escribía que era susceptible de agruparlas en siete zonas de nuestro organismo que denominaba transductores (las siete esferas del conocimiento de Platón) y que relacionaba con ciertos arquetipos mitológicos, y con los siete planetas Ptolemaicos del calendario Caldeo.

Estas siete energías (regeneradora, adaptadora, drenadora, defensiva, estructural, consolidante y armónica) están en todos los seres vivos en mayor o menor proporción.

Por ejemplo la energía drenadora (venusina) que hay en mí, hace que mis 4.000.000 de nefronas  filtren  180 litros de sangre cada 24 horas para eliminar las impurezas, que mis riñones “eligen sabiamente” todos y cada uno de todos los días de mi vida.

Todas las plantas poseen también estas energías (metabolitos secundarios) que las distinguen a las unas de las otras y las hacen cumplir un “papel” en la naturaleza.

Una vez analizado el caso y viendo que el problema del paciente es debido a un agotamiento de esa energía (venus) yo puedo elegir un medicamento que contenga un grupo de plantas con esa signatura para que una vez tomado por el paciente, esta energía sea asimilada por este y utilizada para cumplir sus funciones fisiológicas deterioradas.

No estoy eliminando el síntoma, estoy energizando al cuerpo para que cumpla sus funciones correctamente.